Llámenme lunática pero amo los libros viejos, ya que tienen una personalidad propia que los libros jóvenes no poseen. Ellos han vivido más, han sido leídos muchas veces más y eso les da más poder del que por su propia naturaleza ya les otorga.
Siento que si de por si ya hablan, creo que podrían aparecerles unos labios, y que nos describirían todas las emociones que ven pasar por nuestros rostros cuando los leemos...eso sí que me encantaría escuchar.
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